Barcelona, 18 a 21 de diciembre 2009  |  English

II    C o n g r e s o      I n t e r n a c i o n a l
   
   
     
   
I n n o v a c i ó n ,    R e d e s   y   N u e v o s    M e d i o s   e n    l a   C u l t u r a    y   e l   D e s a r r o l l o   S o c i a l
   


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A R T E C H M E D I A

Esteve Almirall. Especialista Open Innovation, User Driven Innovation y Living Labs. UPC y Esade e involucrado proyectos i2Cat and in Living Labs (ENoLL – CatLab)


Innovación es sin duda uno de los términos que con más recurrencia encontramos en la prensa diaria. Parece como si la sociead española, o al menos sus políticos hubiese descubierto la urgente necesidad de aumentar nuestra capacidad de innovar si pretendemos seguir disfrutando de un alto nivel de vida y por lo tanto poder seguir sufragando nuestras recientes pero importantes, conquistas sociales.

Sin embargo, cuando hablamos de innovación, nos referimos en la mayor parte de los casos a aquellas políticas que podrían potenciar la oferta de productos innovadores. De todas ellas, las más conocidas son aquellas que hacen refencia a aumentar nuestra capacidad en I+D, ya sea mediante programas de colaboración universidad-empresa, aumentando nuestra capacidad investigadora o el número de investigadores dedicados a una area concreta de nuestra economia. Esperamos que dichos aumentos en capacidades, normalmente desde el sector público, se reflejen en productos y servicios innovadores en el sector privado.

Estamos pues, ante políticas que buscan mejorar nuestra oferta de innovación.

Existe sin embargo otro enfoque del problema. En vez de actuar con políticas push, hacerlo con políticas pull, es decir incrementar la demanda de productos y servicios innovadores y dejar que las empresas decidan como generar y gestionar esa innovación. No se trataria en este caso pues, de incrementar nuestras capacidades con la esperanza de que nuestras empresas las incorporen, sinó de incrementar la demanda de innovación del sistema, de forma que las empresas aprovechen al máximo los recursos existentes para producirla o hacerla emerger.

Pero antes de introducir el tema, permitidme una breve reflexión sobre el por qué estamos aquí hablando de innovación, sobre por qué es tan importante en este momento la innovación para un país como el nuestro.

Los paises pobres, compiten en la manera en que lo hacen los paises pobres y ésta es en precio. El bajo coste de sus factores, como el trabajo, les permite crear productos y servicios a un coste inferior del que tendrían en otros paises con costes superiores, y por lo tanto competir con eficacia.

El problema surge en la medida en que tienen éxito. Ciertamente, cuando estos paises logran tener éxito y competir adecuadamente, sus ciuadanos se hacen más ricos, el nivel de vida aumenta y aquello que les hacia competitivos deja de ser una ventaja para convertirse en un lastre.

Es decir todo lo que sabian sobre como competir, ya no les sirve. Deben reinvertarse.

Así pues, los paises ricos, no pueden competir cómo lo hacen los paises pobres, porque facrasarian, porque los precios de sus factores son mucho más altos. Los paises ricos, no pueden, en una palabra, competir en precio, deben competir de una manera diferente.

Los paises ricos, normalmente compiten en productividad. Para competir en productividad hay una serie de competencias, muy diferentes a las necesarias para competir en precio, que hay que conseguir. Los paises ricos deben disponer de un nivel de enseñanza primaria y secundaria alto, de un elevado uso de la tecnologia en sus industrias que les permita una elevada productividad. El mercado de trabajo debe poder adaptarse con facilidad a las variaciones de demanda. Necesitamos un nivel de capital elevado que esté dispuesto a invertir en el medio y largo plazo en tecnologia que permita aumentar de forma substancial el rendimiento y un sistema legislativo que proteja estas inversiones.

Se trata pues, de un conjunto de competencias muy diferentes a las que precisan los paises pobres. Sin embargo, llega un momento en que la capacidad tecnologica no da más de sí, no podemos producir más, más barato sin reducir los salarios.

Es decir, este modelo también tiene un límite, el de la frontera tecnologica que existe en cada instante. Cuando nuestras fábricas no pueden ser mejores y substancialmente más avanzadas que las de nuestros competidores, en ese instante, dejaremos de tener una ventaja competitva.

De nuevo, aquello que nos ha hecho prosperar, no nos va a servir para llevarnos más allá … todo lo que hemos aprendido, no nos va a valer para avanzar un nuevo paso.

Pero, dejemos por un momento este tema aquí. Lo retomaremos al final.

Hablemos un momento de innovación, y hagamoslo con uno de los ejemplos más paradigmáticos: el iPod.

El iPod apareció en el 2001. Cuando apareció se trataba de un dispositivo que costaba unos 400 dólares, que no disponía de USB, en el que cabían pocas canciones (tenía sólo 5MB) y que no funcionaba con Windows.

¿Cómo consiguió un producto como éste conquistar los corazones y los bolsillos de medio planeta? Si nos fijamos en su evolución, encontraremos una respuesta bastante clara a esta pregunta. Ciertamente el iPod del 2007, se parece muy poco a su diseño originario, es un dispositio atractivo, capaz, potente, innovador en su user-interface, compatible con cualquier sistema operativo, etc..

Pero para conseguir que este iPod del 2007 existiese, alguién tuvo que comprar el del 2001. Una mirada a un gráfico sobre las compras en equipos electrónicos de consumo, nos da de nuevo la respuesta. Los Estados Unidos representan una parte muy importante de estas compras, una parte extraordinariamente significativa.

Nos encontramos pues, con una sociedad que, al menos en el caso del iPod, ha apostado por los productos innovadores, productos necesariamente incompletos, no compatibles, de prestaciones reducidas, en una palabra, inmaduros. Sin embargo, en esta sociedad, en la sociedad americana, se halla el nivel de demanda que permite a estos productos sobrevir y madurar, hasta convertirse en iconos de nuestro tiempo.

Todo ello, no es obra solamente de la oferta de productos innovadores, sino de la demanda de éstos por parte de una sociedad dispuesta a comprar prototipos que deberá substituir a los pocos años por otros en los que se corrigen los errores de los primeros.

Esta pequeña historia del iPod nos ilustra sobre el poder de la demanda de innovación. El iPod original no era fruto de ningún nuevo descubrimiento proveniente de la investigación, no era fruto de ninguna universidad ni hijo de ningún doctorado. Tenía ciertamente elementos de innovación, más en como se unieron un conjunto de tecnologias ya disponibles que la aparción de ninguna nueva. Sin embargo, esa idea encontró una sociedad emprendedora que estuvo dispuesta a apostar por ella y permitió que se desarrollase plenamente.

Políticas de fomento de la capacidad en I+D, habrían ayudado muy poco a que Apple produjese el iPod. Incluso, habrían ayudado muy poco a hacerlo evolucionar. Aquello que fue clave, decisivo, fueron los factores culturales que hacen de la sociedad americana una sociead ávida de innovación que está dispuesta a probar y a incorporar, nuesvas y necesariamente incompletas propuestas.

Volvamos a nuestro ejemplo inicial.

Decíamos que los paises pobres, compiten en la manera en que lo hacen los paises pobres, en base al precio. Decíamos también que en su éxito reside la semilla de su próximo fracaso.

En la medida en que estos paises tengan éxito, sus precios subiran y no podran seguir compitiendo en precio. Todo lo que han aprendido con respecto a competir en precio, de nada les va a servir para competir en productividad. Las competencias necesarias en ese estadio son radicalmente diferentes a las necesarias cuando competimos en precio.

Veíamos que el siguiente estadio era la competencia en productividad, allí el conjunto de competencias necesarias era otro: un buen nivel de educación primaria y secundaria, disponibilidad de capital, seguridad jurídica, mobilidad y flexibilidad laboral, facilidad en la creación de empresas, etc.

Pero veimamos también que competir en productividad tiene una frontera clara: la frontera tecnologica. Llega un momento en que nuestras fábricas no pueden ser mejores, ni más eficientes.

Entonces, ya no se trata de hacer mejor las cosas que hacemos, sinó de hacer cosas diferentes. Se trata de innovar.

Probablemente, esta situación nos resulta familiar. En pocos años, concretamente en los que corresponden a la experiencia vital de muchos de nosotros, España ha pasado de ser un pais pobre que competia en precio a ser un pais que compite en productividad, y que está palpando los límites de esta forma de competir.

Ciertamente en nuestro caso nos queda aún un cierto margen en cuanto a productividad, un margen que probablemente resultará ser menor en su traslación en salarios. Pero, al igual que en el pasado, las competencias que nos han hecho llegar hasta aquí, lo que hemos aprendido, nos va a servir de poco para llevarnos más adelante. Los instrumentos que permiten que nuestras empreses incorporen la tecnologia existente, al igual que en el caso del iPod, no nos ayudarán mucho a crear nuevos productos y servicios, nuevos futuros. No nos ayudaran mucho a innovar.

Sin embargo, las competencias que debemos desarrollar, tienen mucho que ver con las que se presentan en esta conferencia y ésta es la razón por la que son importantes, por su relevancia en el momento presente. Porque son el tipo de competencias que nos va a partimir competir no en productividad sinó en innovación.

Muchas gracias.


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