Hola, mi nombre es Emiliano Labrador. Antes de nada gracias a Montse y Joseba por muchas causas, una de ellas porque hay muchos directores, comisarios y pocos artistas, yo soy uno de ellos, por lo cual: muchas gracias.
Quería hablar del proyecto que voy a presentar hoy aunque aún no está preparado para su exhibición. De hecho está casi acabado, pero está aún en los últimos procesos estéticos. Quería céntrame en la parte tecnológica. Pero antes, haciendo un poco de historia, quería decir que yo ahora trabajo solo, pero antes trabajaba en colectivo y desde entonces, siempre he buscado el lado un poco más humano de la tecnología. Siempre me importó mucho la tecnología. La usé siempre al máximo que podía, pero nunca tuve un discurso muy conceptual. Esto es algo que no acabo de entender muy bien. Cuando un artista exhibe un concepto muy personal, hace que se aleje del público. El artista es más importante, la obra es más importante que el público y yo siempre he buscado todo lo contrario. Siempre he explorado el acercamiento al público, con lo cual, mi obra, ha intentado al menos no ser o no representar un concepto sino ser una experiencia, una vivencia que el público pueda llegar a sentir.
Anima, el proyecto que presento hoy, es o pretende ser un viaje al interior del Alma. No es una proyección con grandes efectos, no es una estética muy elaborada, no es unos personajes... solamente es una manera de intentar que el público pueda llegar hasta la tecnología y pueda verse reflejado a si mismo. Es muy común estos días que una galería de arte se base en el vitrinismo, es decir, es más fácil poner un tiburón que flote y se venda y que la gente diga, que bonito es y no lo entiendo…, que algo en que tenga que participar. El hecho de participar, el hecho de tener que tocar la obra para que exista, es el concepto que yo quería representar con Anima. Quería buscar también otros medios de exploración. La interacción del público de algún modo diferente. No quería solo un ratón, pero no quería tampoco algo muy complejo. Quería algo más cercano, más tangible, entendiendo lo tangible como un valor añadido a una obra tecnológica. Lo virtual está muy bien, los pixeles están muy bien, son necesarios, pero lo que da más valor a la obra, es que puedas tocar, y que tocar algo físico influya en la obra. Si no es una experiencia, no lo considero una obra mía. Lo más importante de todo es que las personas que interactúan puedan sentir la obra también como suya. De hecho, sin esa intervención, no hay obra, no hay nada que hacer. Y en este caso, aún menos, porque como después veréis, en la proyección está todo negro, no se ve nada. Es la persona la que emite la luz que ilumina esta obra. Como instrumento, la tecnología no sólo puede servir para representar la belleza, no sólo para buscar conceptos muy altos y muy nobles, sino que también puede servir para otras cosas como meditar. Empresas como Nintendo ya casi hacen lo mismo, un yoga por control remoto. Como instrumento, la tecnología es muy interesante a la hora de conocerse a uno mismo. Tampoco vendo tecno-chamanismo, una religión nueva, sino todo lo contrario, un poco de introspección y poder vivir la ciencia como parte de uno mismo.
La obra Anima se basa en un ritual. Antes de participar en la parte tecnológica, antes de la parte virtual, hay un ritual físico. Antes de entrar en la instalación, la gente tendrá unos tampones con ciertos símbolos y tinta ultravioleta con los que podrán impregnarse las manos, el cuerpo... y estos serán sus tatuajes rituales que simbolizan el acceso al conocimiento. Una vez dentro, se encontrará una esfera, que es esta (vídeo). Una esfera que emana luz ultravioleta, que hará visibles estos tatuajes que se han hecho. Es muy importante que el público participe en el ritual, porque hace que se integre más con la obra. El artista percibirá la interacción como algo más personal. Si llegas ante una obra, la ves y te vas, puede gustarte más o menos, pero si no te sientes integrado con la obra, realmente pienso que estas perdiendo una gran parte de lo que interesa y de lo que intento trasmitir.
Este video y más que veremos tienen un problema, y es que si lo grababa con luz no se llegaba a entender y si lo hacía sin luz no se veía casi nada (vídeo).
La acción del usuario es realmente lo interesa. Esta esfera lo que permite es controlar la situación de la fuente luminosa de la proyección. Hay una proyección donde se desarrolla un entorno en tiempo real y la iluminación es controlada por la esfera que lleva el usuario. La posición real del usuario, de la persona que interactúa, se corresponde con la posición de la luz virtual. El vídeo es muy oscuro, realmente no se ve casi nada, pero esta sensación es la que quiero transmitir. La persona que interactúa verá poco. La sala será negra o debería ser lo más negra posible, y la única iluminación será esta pequeña esfera, iluminando levemente. Realmente es una experiencia de exploración, de invención, de riesgo, de vivencia. No sabes qué vas a encontrar. No sabes dónde ir. No sabes qué hacer, sólo queda explorar y contemplar.
Esta búsqueda surge a partir de un relato de Stanislav Lem, en el cual, un hombre inventa una caja donde puede meter el alma, que es eterna y la caja es eterna también. Me parece muy interesante lo de encerrar el Alma en una caja eterna, y yo he querido explorar ese tema. Si el alma es eterna, los sentidos, mortales, no son válidos para conocer el Alma. Así busqué cómo uno puede mirar dentro de si mismo con otros sentidos añadidos. Cómo la tecnología puede ayudarnos realmente a ver otros mundos internos. Está todo muy oscuro, hay mucho silencio. Es como si estuviéramos en meditación. La única acción es intuir este mundo a partir de esa iluminación que tú puedes generar, tanto generar como posicionar dentro del mundo virtual. El usuario va paseándose por la sala, va cambiando su posición y de este modo va descubriendo el mundo interior que se oculta a los ojos.
Como curiosidad, veremos cómo se hace esto. La técnica es sencilla. Se parte de un sistema de posicionamiento con un sensor de posición, que está dentro de la esfera. Un sensor controla las coordenadas reales de la posición del usuario y las transmite a la posición de la luz virtual.
Resumiendo un poco todo lo que yo quería contar, mi obra, tal como yo la entiendo, es una vivencia. Si no hay una experiencia por parte del espectador, si no hay una parte emocional por parte del espectador, considero que estoy perdiendo una gran comunicación con él. No me interesa tanto recrear mis conceptos, mi modo de ver el alma o mi modo de ver cómo la tecnología sirve para algo, sino experimentar. La experiencia es lo que a la gente le gusta vivir y a mi es lo que me hace seguir creando.
Gracias a Montse y Joseba de nuevo y gracias a vosotros.
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