Hola, buenas tardes.
Red es la palabra clave, por lo que me ha parecido ir entendiendo. Así que me gustaría explicaros un proyecto que tienen que ver, no con Internet, pero sí con la idea de red. De hecho, antes de empezar con ese proyecto de red, que es de tipo social, aunque no sé si puede admitir esa denominación, porque, en realidad la Orquesta del Caos no pretende utilizar las herramientas de Web 2.0, quisiera dar un par de pinceladas de mi trabajo anterior basado en ese concepto. Una primera es ésta obra. Se llama Luci – Sin nombre y sin memoria. En realidad se trata de un trabajo muy viejo. Empieza en el siglo pasado, a mediados de los años noventa. Luci se inspira en unas redes modulares que están presentes en la naturaleza. Se aprenden muchas cosas de la naturaleza. Al menos, yo he aprendido muchas cosas de ella y precisamente, la primera impresión artística o, más que impresión artística, debería decir estética, que tuve relacionada con las redes fue en un viaje a Kuala Selangor, donde por primera vez fui testigo de la sincronización de las luciérnagas. Anteriormente había visto un fenómeno parecido en Amazonía, cuando trabajaba tomando registros electroencefalográficos de chamanes que ingerían Ayaguasca, con la finalidad de llevar a cabo análisis espectrales de ese material. En esa ocasión, había visto luciérnagas que emitían destellos intermitentes. Eran muy bellas pero no se sincronizaban : no acostumbraban a presentar esa característica que las convertía en una red y que pude apreciar más adelante en Kuala Selangor. Me enteré entonces que en el sudeste asiático, en general casi todas las especies de luciérnaga, presentan ese comportamiento. También, en Madagascar y Nueva Zelanda. Si observas un manglar, con mucha probabilidad puedes ver luciérnagas. La primera vez que visité un manglar en Kuala Selangor me dije : mira que bonitas! Son pulsátiles! Eso llama la atención a los europeos porque nosotros, aquí en Europa, no tenemos luciérnagas emisoras de destellos periódicos. Nuestras luciérnagas están encendidas todo el tiempo, hasta que se les agota la energía. Las nuestras son estables, o mejor, lo eran, porque hace muchos años que no veo luciérnagas. Si uno, europeo con poco mundo, se va a América, lo primero que le llama la atención de las luciérnagas es que emiten destellos periódicamente. Eso es muy interesante para un músico. Soy músico, lo fui en el pasado, al menos. Continúo siéndolo, creo, a pesar de haber ido cambiando de tema o de intereses. Esa idea de red emerge muy claramente cuando desde el principio de la caída de la tarde, observas como unas luciérnagas que están emitiendo unos pulsos se van organizando en grupos de dos o tres o grupos de cuatro, de diez ... A medida que oscurece, vas dándote cuenta de que está ocurriendo una cosa tremenda : los puntos que inicialmente parecían aislados y sin relación terminan emitiendo juntos, al mismo tiempo. Sincrónicamente. Así pues, árboles grandes, incluso charcas enteras emiten destellos con una pulsación rítmica. Ese fenómeno me llamó muchísimo la atención y quise hacer una obra basada en ello. La llamé Luci. El fenómeno de la sincronización es muy apreciable en ella. Se basa en un circuito electrónico que concebí en esa época capaz de sincronizarse con otros circuitos electrónicos idénticos. Así fue como uní cinco luciérnagas electrónicas en una pequeña pieza y así se quedaron durante años, hasta que en 2008 hice una instalación más grande, en colaboración con NauCôclea y la Galería Llucià Homs, que la llevó al Expanded Box de ARCO. Esa versión contiene sesenta y cuatro luciérnagas. Las tenéis aquí. No os voy a hacer escuchar el audio porque la locución es poco confortable. Sobretodo se escucha mi voz a toda velocidad y no quisiera tampoco ahora entrar en todos los contenidos que se tienen en cuenta ahí. Demasiada información. Por otra parte, el video es larguísimo. Como veis, se trata de una acumulación de luciérnagas electrónicas que, al estar algo iluminadas, no se hallan totalmente sincronizadas. Sin embargo, sí se aprecian zonas donde hay una cierta cercanía en la emisión de pulsos. Esta es una obra que tiene en cuenta la trasmisión de mensajes por medio de dispositivos infrarrojos de tecnología convencional. Cada luciérnaga emite un pulso infrarrojo periódico y además, recibe el que está emitiendo el vecino. Cada luciérnaga es un reloj. Creo que es bueno, en este momento de mi exposición, señalar que los relojes son elementos fundamentales de la constitución del mundo. Del mundo de todo tipo : hay relojes en los mundos económicos, en los mundos, digamos, culturales, pero también de los mundos biológicos y hasta los minerales. Los relojes son una clase de cosa omnipresente. Al fin y al cabo, el Universo es una especie de reloj, también, a su vez ; lleno de relojes. Estas luciérnagas-relojes que se influencian entre sí constituyen entre todas ellas un sistema caótico. Se trata de un sistema que se autoorganiza. Y eso se aprecia si se observa la pieza en su conjunto. Se autoorganiza generando destellos verdes e infrarrojos y reproduciendo sonidos. Liberando sonidos, porque Luci también produce sonidos. Como veis, cada circuito tiene un altavocito que emite en sincronía con el destello de cada uno de los elementos. Este fue un primer trabajo que hice relacionado con la idea de red. Una vez terminada, esa experiencia me llevó a otro tipo de proyecto que también tiene en cuenta la idea de red pero de forma muy distinta, porque las luciérnagas que conforman Luci son estáticas, es decir : unas influencian a las otras, las otras influencian a las unas y entonces, de esa manera, se tienden a crear bucles de sincronía, pero permanecen en el mismo sitio. No se mueven.
Esa inmovilidad sistémica me llevó hace muy poco a la instalación que veis ahora. No quiero ahondar demasiado en ella. Eso es un robot que busca la luz y como puede apreciarse ahora, tiene muchos colegas. La instalación consta de veintiún elementos. Se pueden construir más, claro, pero hacer veintiuno en un mes de julio caluroso, como lo fue este mes de julio pasado, ya es suficiente. Cuando al buscar la luz, estos bichitos se encuentran entre ellos, resulta que se montan unas fiestas, bacanales o peleas, vaya Ud. a saber, que yo las relaciono con algo que podría tener una cierta forma de red. Como se puede apreciar, el foco se mueve y lo hace en función de la información proporcionada por una cámara de infrarrojos que se esconde por ahí detrás. El ordenador que recibe su imagen estima la concentración de bichitos. Cuando las concentraciones de bichitos son demasiado altas en una determinada zona, el foco se mueve hacia otra posición para que dejen de pelearse. Pero estos bichos siempre terminan peleándose ; y mucho. Yo no sé si hacen el amor o si se pelean ; pero, en cualquier caso, al final, se les rompen los motores. Quedan separados del resto del cuerpo. En esta instalación pasa un montón de cosas interesantes, si se considera como modelo ético de lo que podría ser un determinado tipo de comunidad ; porque la violencia surge de una manera sistémica, sin que haya ninguna voluntad para que ello ocurra. Quiero decir con ello que en el contexto de esta instalación, el comportamiento más fácil para sus habitantes es darse de tortas. Resulta estimulante pensar que si, dado un determinado contexto, lo más fácil es la violencia, nuestra condición humana quizás debería llevarnos a controlar esa violencia sistémica y superarla. Hacia el fondo de la instalación, se aprecia una reproducción “virtual” de este “mundo real” donde habitan los robots. Conviene en este punto hacer la reflexión de que el “mundo virtual” de la representación en 3D es tan real como el pretendidamente real. Las montañas son deformaciones de una NURBS (Non Uniform Rational B-Surface) que tienen lugar en las proyecciones que sobre ella determinan los puntos del terrario donde el ordenador detecta movimiento, gracias a la imagen procedente de la cámara de infrarrojos. La proyección en el “mundo virtual” es a su vez trasladada a otro mundo virtual que se interpreta en términos de espectro sonoro finalmente, traducido a una forma de onda audible por medio de una transformada inversa de Fourier. Se trata, pues, de una sonificación. Se aprecia ahora en la imagen una especie de terrario. La función de esa estructura es mantener a los bichos dando vueltas e impedir que se vayan campando por sus respetos en busca de las posibles fuentes de luz extemporáneas. En la foto se me ve instalando el foco, precisamente. Se entiende, pues, que éste es un trabajo inspirado en otro tipo de red. Una red cuyos nodos tienen movimiento en el espacio y, en función de ello, cambian sus conexiones por la proximidad que se establece con otros posibles nodos. Autofotóvoros es una proyecto que he terminado recientemente gracias a KREA, una entidad vinculada a la Caja Vital que, entre muchas otras cosas, se dedica a facilitar la colaboración artística, la creación y la producción de arte contemporáneo en Euskadi, concretamente, en Vitoria.
Quería terminar explicando otro proyecto cuyo planteamiento también tiene ver con las la idea de red. En este caso se trata de una red humana. Una red colaborativa de creadores. Sonidos en Causa se basa en una cuestión que nos interesa muchísimo a los componentes de la Orquesta del Caos, la entidad a la que estoy representando como director. Dicho sea de paso, en la Orquesta del Caos somos todos directores. Tampoco es que seamos tantos ; así que, tranquilamente podemos dirigir todos y sin pelearnos. El otro director es Carlos Gómez y la directora, que no trabaja mucho con nosotros, pero que nos asesora con gran inteligencia, es Clara Garí. La Orquesta del Caos emite convocatorias. Se trata de convocatorias concebidas por artistas y planteadas a artistas. Quiero insistir en el hecho de que no nos consideramos comisarios. Lo único que pretendemos es conocer el estado de la cuestión de la creación sonora en un determinado momento y dada una determinada situación cultural, económica, política. Por regla general, como respuesta a las convocatorias nos llegan unas doscientas piezas. A veces menos : ciento treinta, ciento cuarenta, ciento sesenta ; otras, más : trescientas. Las presentamos en el CCCB, en el marco de un festival cuya última edición acaba de tener lugar hace un par de semanas. Se llama Zeppelin. Para su planteamiento, acostumbramos a apoyarnos en contenidos teóricos que elaboramos en constante diálogo con nuestros colaboradores. Esta última vez, el tema fue la cuestión de la privacidad, tenida en cuenta desde el punto de vista del ejercicio del poder. Lo cuento así, rápidamente, porque tampoco puedo dar demasiados detalles de Zeppelin, dada la premura de tiempo y por respeto a los otros participantes en este encuentro. Es un tema del que podríamos decir muchísimas cosas. Como organizadores de Zeppelin nos importan especialmente las condiciones de escucha de las piezas que proponemos. Los conciertos tradicionales tienen poco sentido para nosotros, porque lo que nos gusta es poner los altavoces por todas partes, en una disposición totalmente contraria a la clásica PA (de public address), , esa disposición consistente en dos grupos de altavoces de gran potencia a ambos lados de la escena y atacando al personal desde una actitud que a veces denomino chamánica o religiosa o litúrgica. No no nos interesa demasiado la idea de algo o alguien vociferando un discurso unidireccional al público, así que preferimos la disposición de chill-out, donde los altavoces nos rodean enteramente. Por cierto que, sillas o butacas como las de los conciertos, en nuestras actividades, pocas vais a ver. En cambio, lo que sin duda encontrareis es un montón de cojines. Sirven para ponerse a escuchar las cosas tranquilamente. Pero el tiempo se acaba y debo hablaros de Sonidos en Causa. Es un proyecto en el cual, en lugar de trabajar con una red de bichitos, trabajamos con una red de personas, como decía hace un momento. Se trata de creadores, como nosotros, a quienes les interesa el paisaje sonoro en sí. Los paisajes sonoros de Sonidos en Causa se vinculan al desarrollo económico. Nos interesa estudiar las condiciones acústicas en lugares donde el desarrollo económico ha tenido lugar de manera rápida y presenta, pues, pendientes relativamente fuertes en el pasado reciente. Por ejemplo, nos dedicamos a tomar registros sonoros en lugares donde el comercio ha crecido recientemente debido a determinada situación : pongamos que existe una determinada encrucijada, un cruce importante de vías terrestres, por ejemplo, o que en el futuro próximo pueden aparecer infraestructuras de transmisión o de comunicación, como por ejemplo canales fluviales, autopistas u otras infraestructuras. Cuando explicamos este proyecto a la red de centros de AECID, con la intención de llevarlo a cabo en Puerto Maldonado, en Perú, donde se espera que se construya un tramo importante de la vía que conecta los océanos Pacífico y Atlántico, nos dijeron que les interesaba mucho el proyecto, dada su relación con el patrimonio intangible. Por supuesto que el paisaje sonoro es patrimonio intangible. De esa reunión surgió la idea de tomar registros de esas características por toda Latinoamérica. Como el proyecto había crecido inesperadamente, decidimos cambiar un poco la estrategia. En lugar de empezar en Puerto Maldonado, que es un lugar altamente conflictivo, dimos comienzo al proyecto en un lugar mucho más conocido por nosotros. No tan duro. En Puerto Maldonado nos podíamos encontrar con narcotráfico y otros agentes, como las grandes empresas encargadas de la construcción de la carretera, a quienes la toma de registros seguramente no les hace ninguna gracia. En realidad, insisto, lo que a nosotros nos interesa es el paisaje sonoro y especialmente considerado como patrimonio inmaterial. No se nos escapa, sin embargo, que la composición del paisaje sonoro también es interpretable en términos de indicador de biodiversidad en un determinado punto. También nos interesa enormemente el hecho de que se trata de un elemento de generación artística. En esencia, la metodología del proyecto consiste en la búsqueda de lugares donde el crecimiento económico ha presentado pendientes fuertes o donde se prevé que las tenga en el futuro próximo, como Leticia o Tabatinga, que en este mapa se ve al sur de la primera, Brasil. En frente de Leticia está la Isla de Santa Rosa, que es territorio peruano. Desde los puntos donde hay mayor comercio y actividad económica y, por tanto, mayor nivel de modificación del paisaje sonoro, nos alejamos hacia lugares donde se supone que la naturaleza es parecida a lo que era en el pasado en las zonas de alta densidad económica. En diversos puntos del trayecto llevamos a cabo grabaciones. Por ejemplo, este punto en el mapa corresponde a la estación de estudios medioambientales de la sede de Leticia de la Universidad Nacional de Colombia. Como se puede apreciar, se halla en la frontera entre Brasil y Colombia. Para llegar ahí, es necesario hacer un viaje de unas ocho horas a pie por la selva. Es bastante duro, pero muy bello. Otro trayecto que parte de Leticia es el que remonta el río Yavarí hacia un lugar bastante poco afectado por ese cambio económico que se llama Sacambú. Como puede intuirse por la localización de la banderita en este precario mapa de la pantalla del GPS, Sacambú se encuentra en la orilla peruana del río Yavarí. Cada uno de los materiales registrados dura alrededor de veinte minutos. Todos, desde luego, son de altísima calidad : están grabados a veinticuatro bit de resolución y a cuarenta y ocho kHz de frecuencia de muestreo. Nuestro deseo es ofrecerlos como elemento fundamental de nuestras convocatorias. Para este proyecto, en lugar de trabajar únicamente un tema, propondremos la elaboración de obras de arte sonoro a partir del material de base que vayamos grabando. De los puntos en los que llevamos a cabo los registros sonoros guardamos también las coordenadas. No lo hacemos por la “modernidad” o la moda de la localización en Google, sino porque queremos volver a los sitios donde hemos tomado las grabaciones, para que realmente sea posible calibrar el comportamiento sonoro de la naturaleza en condiciones similares un tiempo después y, también, porque, en muchos de estos lugares, pretendemos instalar emisores del contexto sonoro a Internet, vía satélite, para que cualquiera pueda, a partir de esa señal, realizar acciones en streaming, Los emisores deberían permanecer instalados durante un año, en un puñado de puntos de Latinoamérica. Uno de ellos, muy posiblemente sea, por ejemplo, esta estación de estudios biológicos de la Universidad Nacional de Colombia. Se llama El Zafire, que en Huitoto quiere decir arena blanca, el tipo de suelo donde crecen los bosques varillares, de troncos mucho más finos y delicados que los del resto de la selva. También deseamos instalar esos puntos emisores cerca de Puebla, en Los Chimalapas, en algún lugar de Costa Rica, muy posiblemente, Horquetas de Sarapiquí. También viajaremos, como antes decía, a Puerto Maldonado, en Perú, este año que viene y a una zona de Misiones, Argentina, cercana a Iguazú ; no porque por allí estén las Cataratas de Iguazú, sino porque existe una floreciente industria papelera que viene transformando el medioambiente de manera dramática. También tenemos previsto viajar este año que viene a Goiânia, una ciudad que ha crecido mucho desde el nacimiento de Brasilia, hace unos 50 años.
A grandes trazos, ésas van a ser las campañas del año 2010. Espero que continuemos trabajando durante un tiempo en esta línea. Desde luego que lo haremos más allá de las prevenciones que podrían ser suscitadas por la reflexión estético-moral en alguna línea particular. Quiero con ello decir que no desestimamos el empleo de ningún sonido. Por ejemplo, este sonido que escucháis ahora (sonido), es el paisaje sonoro del Puerto de Santa Rosa. Es poco bucólico y muy agresivo, debido a los motores de explosión. Hemos grabado muchos paisajes sonoros como éste, donde hay alta contaminación. Por el contrario, el del Zafire (sonido), como se puede apreciar, tiene muy poca o ninguna contaminación. De hecho, no me gusta llamarle contaminación, porque, en realidad, desde un punto de vista estético, pensamos, como creadores de proyectos artísticos, que tanto podemos emplear sonidos de animales en libertad como el de los peque-peques de los barcos. Esos motores se llaman así porque suenan como si uno dijera “peque-peque”. En todo caso, me importa insistir en la idea de que nuestra visión no es complaciente con el medio natural ni deseamos dar soporte a planteamientos que resulten en ataques absolutos al empleo humano del medioambiente, porque no sabemos muy bien qué es lo que en cada lugar tiene que ocurrir con él en el futuro. De una manera u otra hay que explotar la naturaleza para seguir adelante con la Historia. Nosotros, desde nuestra perspectiva de europeos, no vamos a pretender explicar a los indios lo deberían hacer con la biodiversidad de su hábitat, especialmente, porque nosotros no hemos sabido cuidar la nuestra. Sonidos en Causa es un trabajo con ramificaciones éticas y estéticas, por supuesto. En cualquier caso, no consideramos ninguna posición cerrada al respecto de ninguna de las cuestiones que las colaboraciones de nuestra red puedan plantear. Lo que pretendemos es que cualquiera pueda acceder a lo archivos registrados para hacer lo que quiera siempre que se trate de algo razonable. Por cierto, que la distribución de todo ese material, unos 55 Gigabyte por campaña, resultará un problema tecnológico importante. Vamos a tratar de solucionarlo en los próximos meses.
Muchísimas gracias por vuestra atención.
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